Diario de una candidiasis intestinal.
Siempre os he comentado por mi perfil de instagram @ffitcoco que tengo un estómago muy sensiblón y que desde hace años sufro molestias, intolerancias y malas digestiones.
Sin ser médico y hablando siempre desde mi propia experiencia, os voy a contar mi historia.

Desde peque hasta los 18 había sido una chica que comía de todo. En mis platos destacaba la pasta blanca (con harinas refinadas), la carne roja, muchos lácteos (llegaba a beberme 8 yogures bebibles en un día) y bollería ultraprocesada. También comía verdura pero un poco a la fuerza y cuando mi madre me lo ponía en el plato. Y es que es cierto que cuando tu cuerpo se acostumbra a que le des azúcar, harinas refinadas etc la verdura parece un enemigo y con un sabor horroroso. Tenemos el paladar demasiado acostumbrado a la comida ‘artificial’ y no real, y además, al ser ‘adictiva’ tu cuerpo te lo seguirá pidiendo.
A los 15 años más o menos, me diagnosticaron intolerancia a la lactosa. La lactosa me provocaba mareo, malestar intestinal, náuseas, hinchazón y gases.
Sustituí la leche de vaca por leche sin lactosa y a los 20 años o así, por leche vegetal (ahora consumo de avena). Aunque seguía (y sigo aún) tomando mis postres de chocolate, galletas, helados, crepes… sufriendo de molestias, ¡pero me pueden este tipo de alimentos en días puntuales o fines de semana! A los 18 me fui 3 meses a San Diego (USA) a estudiar inglés y aunque estuve viviendo con una familia, yo tenía mi mini apartamento con cocina.

Era la primera vez que volaba del nido (aunque fueran unos meses) y no tenía ni idea de alimentación saludable y menos de cocinar. Se me juntó la soledad con el aburrimiento y sumándole que desconocía el mundo ‘real food’ me pasé 3 meses comiendo. Ahí descubrí el hambre emocional y la ansiedad. Yo intentaba comer sano, pensando que smoothies con leche (y azúcar), ensaladas con salsas (que a saber que llevaban), yogur helados, barritas proteicas con kilos de azúcar… era comer sano.
Mis platos eran tridimensionales. En un mismo día podía comer: cereales con leche y pan con algún embutido. Un plátano con frutos secos. Para comer un pedazo de plato de pasta con calabacín y salsa de tomate (pensando que era sana) y dos panes blancos refinados con philadelphia. De postre un yogur. Para merendar dos barritas y una bebida azucarada y bueno, podría seguir y seguir… Esto fue una bomba para mi intestino, no solo engordé 10 kg sinó que desde ese Junio de 2013 empecé a sentir mucho malestar. No me saciaba nunca (mi estómago se había multiplicado) y todo me sentaba mal.

Hice un cambio radical de alimentación (o eso intenté aunque soy una persona que me gusta mucho comer) para bajar esos 10 kg y aprender a comer. Desde ahí que mi peso ha sido una montaña rusa y la exploración en mi barriga un gran dilema. Me he sometido a distintas pruebas en las cuales me han diagnosticado: úlceras, síndrome de colon irritable, la bacteria helycobacter y ahora candidiasis intestinal (hongos en el intestino). Y he aprendido que la cura de cualquier diagnóstico que me han hecho es un cambio de alimentación. Y ahora os estaréis diciendo… ‘pero coco tu comes muy sano’. Si, como sano pero tengo muchos caprichos (o quizás no muchos muchos pero sí los suficientes para que mi barriga sufra) que contienen azúcar (vino, choco y pasteles de postre) y alimentos altos en carbohidratos cuando yo tengo una lenta absorción de ellos. También consumo gluten, en panes, y eso tampoco es bueno para mí.
He acudido a diferentes médicos a lo largo de estos años y he intentado no tomar lácteos, la menor cantidad de gluten posible e intentar reducir el azúcar. Todo esto no os lo cuento para que os comparéis conmigo, ni para que os auto-diagnostiquéis… Simplemente sé que a muchas os interesa mi historial y cómo estoy ahora.

Ahora mismo se supone que estoy haciendo un tratamiento (bajo un médico PNIE) para tratar la candidiasis intestinal, tomando muchas pastillas y haciendo una dieta. Respecto a las pastillas todo genial. Lo que me está costando más es la dieta. Todo lo que es restricción y ‘obligación’ se convierte en ansiedad. Si me prohibes tomar azúcar mi cuerpo te pedirá más. Así que intento en casa seguirla estrictamente y dejarme ir cuando estoy con gente, en comidas/cenas. Debería hacerla bien, pero es una batalla perdida, no soy amiga de las dietas. Pero si soy amiga de aprender a comer mejor y esto es lo que haré. Los síntomas de la candidiasis intestinal van más allá de molestias intestinales, me sentía muy cansada, con picores, dormía fatal.. y sabía que algo no iba bien.
Hasta aquí mi historia. Mi conclusión está en la alimentación. Escuchemos a nuestro cuerpo, ¿qué alimentos nos sientan mal? y acudamos a profesionales.
Os leo en los comentarios.
Un beso virtual,
Coco
*después de escribir el texto estuve buscando fotos para enseñaros. Simplemente para que os hicierais una idea de la evolución del físico, coco a los 17 en un cuerpo de niña y cómo cambió mi cuerpo al cabo de unos meses por culpa de una mala alimentación que fue dañando mi estómago… No sé si las fotos serán muy significativas… tengo que decir que me ha costado mucho encontrar fotos de cuando no me sentía bien. Tenemos tendencia a hacernos fotos cuando nos vemos bien, y ocultarnos, taparnos cuando no lo estamos. Somos las mismas, con más o menos kilos, y aunque cueste, nos tenemos que querer igual.